domingo, 6 de noviembre de 2011

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Voy a saltar rodeada de hojas secas otoñales y tú no podrás disfrutar de mí.
Voy a dar vueltas hasta que mi mareo no me permita seguir girando y tú no podrás reirte conmigo.
Voy a mirar los árboles distorsionados con cara de felicidad y tú no podrás decirme que te doy envidia.
Tú no podrás jugar conmigo.
Tú no podrás descubrir lo que se siente cuando quieres un pelín a alguien que te ha dicho te quiero y te ha mentido.
Tú no podrás saber lo que es estar al lado de alguíen incondicionalmente, sin que importe el tiempo.

No podrás perdonar,  porque no te dañé, y si lo hice... sabes que lo siento.
Tú no tienes sentido de la lógica conmigo.
Tú no estas siendo considerado.
No estás viendo que sí que te echo de menos, que sí que te recuerdo, que sí que noto tu ausencia, que sí que veo desierta mi calma, a veces cuando veo que sí que te has ido, que sí que no volverás, que sí que no puedo fiarme de tus intenciones inventadas, que no son más que eso, inventos.

Porque tú me has dejado con una palabra ácida en la punta de la lengua, me has dejado con una sonrisa y un no te vallas telefónico, me has dejado sin reproches.
Lo has echo de una forma tan sutil, como insólida.
Pero se que va a llegar el hielo, en el que tú te derritas, y no puedas volver a congelar tus manos.
Esas manos que necesitan estar congeladas para ser manos, esas manos que mis manos ya no necesitan, esas manos que me tocaron a distancia aquella vez, esas manos que no dudaron en acercarse a las mías y acariciar cada milímetro de piel que las formaba.
Quedaté con tus manos, quedaté con ellas, que se que no las podré cojer aunque me las des.
Quedatelás, son tuyas.
 Absurdo sería que me las dieras, absurdo que las aceptara, absurdo que las quiera tener si no las voy a aceptar.
 Dejamé decirte que sí que te echo de menos y que se que es ABSURDO.

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