martes, 7 de agosto de 2012

"sabes al detalle tu futuro, yo lo dejo a la improvisación"




" ...Cuando vuelvas otra vez, puede que yo ya no esté, puede que  ya me haya ido...
 y que no quiera más volver, voy a desaparecer...No me digas que no te avisé, porque estoy así muy bien."

domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo I


Capítulo I

Mi historia gira alrededor de una manzana. La gran manzana de Nueva York, o la ciudad que nunca duerme, al menos eso dicen. En particular, mi personaje vive en la parte este de Central Park, más conocida como la Quinta Avenida. Desde pequeña soñó con vivir en una gran ciudad como Manhattan, pasear por Central Park, tomar el almuerzo en un banco y darle sus sobras a los patos. Mi madre siempre me decía que hay que tener cuidado con lo que se sueña, que cuando menos lo esperas ¡ZAS! Te levantas y se te han hecho realidad. Pues eso le  pasó a Morgan. Vino a Nueva York hace ocho años con el propósito de aprender inglés, trabajar y hacer cursos relacionados con arte dramático. Y quién le iba a decir a ella, que lo que eran unos meses de dura supervivencia neoyorquina se convertirían en los más sabrosos meses de su vida.
El clima de Nueva York le parecía muy frio, numerosas probabilidades de lluvia cuando bajaban las temperaturas y un 100% de probabilidades de que salgan sabañones en las orejas. El lugar perfecto para las personas frioleras, alegres y que adoran tomar el sol durante todo el año. Así definiría a mi protagonista. Morgan, era una mujer de 29 años, soltera y sin compromiso. Adicta a los zapatos de tacón, una caprichosa, extremista e inconformista. Morena, una estatura media, complexión normal, o con otras palabras un poquito “entrada en carnes” algo que la sociedad solía asignar a la palabra normal, hablando de kilógramos. Sí, ella fumaba… Ese era un claro defecto. Morgan había tenido una buena infancia. Alejada de todo el ajetreo y caos que suponía vivir en una gran ciudad como Manhattan, había sido educada a lo: llamémoslo “tradicional”. Nunca encajó lo suficiente en ese modo de vida, alma libre, inquieta y desafiante se había empeñado en salir de la serenidad y la paz de su lugar de origen. Por esto se marchó de su hogar en busca de una vida nueva. Lo que no imaginó fue con lo que se iba a encontrar.
Cuando llegó lo hizo acompañada de Jerry, su mejor amigo. Jerry tampoco pasaba la mejor etapa de su vida y también necesitaba perderse en el mapa, y para eso que mejor acompañante que Morgan. Al principio todo fueron risas, aventuras, líos  y complicidad, pero a penas pasados unos meses Jerry conoció al gran y esperado amor de su vida y se enamoró tanto que en dos semanas estaban viviendo juntos. ¿Qué qué pasó con Morgan? Morgan se quedo sola en un apartamento de mala muerte. Lloró lo que no está escrito, comió helado todas las noches y bebió cantidades incalculables de té hasta morir atragantada con un sorbo… ¿Os imagináis que final más cutre? Pues no, Morgan siguió sola su camino, bueno todo lo que he dicho que hacia por las noches es verdad, incluso que se atragantó, pero vamos, nada grave, siempre que bebía té le pasaba con su último sorbo… Pensaba: “Esto me lo bebo de un trago” y paraba cuando empezaba a toser. Cosas irremediables.
Pues eso, Morgan sola, con unos vecinos no muy legales: una abuelita cotilla, como las que pensaba que sólo existían en el sur, que cada día la paraba en las escaleras y le decía: “ten cuidados con los hombres malos”, un grupo de solteros babosos, que la miraban como si de un barril de cerveza rebosante se tratase, una madre soltera con dos gemelas redichas, a pesar de que ella adoraba a los niños esas niñas no eran normales, a veces las había cuidados y al día siguiente no podía moverse de la cama…; y por último el vecino misterioso del quinto, que siempre, siempre llevaba una gabardina beige y un sombrero marrón., seguramente para hacerse el interesante. Ése era el ambiente de Morgan.
¿Y qué era de la vida amorosa de mi protagonista, os preguntaréis? Pues he aquí otro de los motivos que la empujaron a este cambio de aires y a esta vida nueva. Un nombre: Sam; Relación corazonal de Morgan con el sujeto: transparente hilo a punto de descoserse entre Morgan y el sujeto. Describamos:
Hilo: material desgastado, incoloro, frágil, a punto de romperse en miles de pedacitos.
Estado corazonal de Morgan: corazón naranja melocotón afectado gravemente por la falta de cuidados, de mimos, de comprensión.
Estado corazonal del sujeto: corazón robusto, rojo pasión, alegre, despreocupado de su salud.
            Sam era el tipo de hombre que a simple vista todo el mundo reconocía como la pareja perfecta para Morgan. Guapo, buen cuerpo, educado, simpático, le gustan los niños, extrovertido… Resumiendo lo que es un buen partido. Llevaba siendo pareja de Morgan desde la adolescencia. Habían sido compañeros de instituto, de piso, de juergas, de cama, de risas y llantos interminables. Pero todo cambió. Sam se fue a trabajar fuera y Morgan no lo había llevado tan bien como ella misma pensaba. Aparentemente todo iba como siempre, pero la relación moría por cada kilómetro que les separaba. Morgan a penas veía a Sam en sus últimos meses en Madrid. Dos días antes de salir de viaje con Jerry, le dejó un mensaje de voz en el contestador diciéndole que necesitaba irse y que sentía no habérselo contado antes. Morgan se marchó sin más...
¿Còmo fueron esos años en Manhattan para Morgan? Lo iréis descubriendo...